mardi, septembre 05, 2006

Los cínicos comunicaban su planteamiento de la verdad de tres modos diferentes, elaboraban sus propios y peculiares “juegos de verdad”:



⎯ Primero: recurrían a la “predicación crítica”, construyendo monólogos que se dirigían al gran público. Estas diatribas, que a menudo utilizaban aforismos y digresiones breves, pretendían provocar en el auditorio actos y rebeliones, conmoverlo para que “eliminara todas las dependencias introducidas por la cultura”.

⎯ Segundo: los cínicos explotaban las posibilidades pedagógicas de la “conducta escandalosa” y convertían la propia en fuente de controversia pública; violaban la ley, se burlaban de las costumbres, ignoraban los tabúes. De este modo, comenta Foucault, el cínico se convertía en “blasón de verdades esenciales” y solía, directamente actuar y agredir.

⎯ Tercero: los cínicos recurrían a veces a lo que Foucault llama el “diálogo provocador”, un intercambio de puntos de vista en que el amor y la confianza mutua que constituían el terreno de indagación socrática eran reemplazados por algo como un “combate, una batalla o una guerra, con instantes de gran agresividad y otros de sosegada calma”. El cínico se comporta en estos casos con los otros tal como se conducía consigo mismo, sumergía a su interlocutor en un abierto combate espiritual en el cual cada uno debía aprender a encara al otro (fuera ese otro un adversario en la vida pública o fuera el daimon que asoma en el interior de cada uno). Los cínico veían la vida como una aventura que debía vivirse con la actitud de Ulises; suponían que cada uno debe hallar su hogar natural, pero sólo si resiste los asaltos de la esclavitud, si leva anclas y navega y luego establece límites que permitan seguir el curso con la tenacidad del caso e ignorando el canto de las sirenas. “El efecto principal de esta lucha parrhesiástica con el poder”, comenta Foulcault, “no es que el interlocutor llegue a una verdad nueva ni a un nuevo nivel de conciencia de sí: es llevar al interlocutor a interiorizar esta lucha parrhesiástica, a que lucha consigo mismo contra sus propias imperfecciones”.



( extractos de “La pasión de Michel Foucault” de James Miller)

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